(Foto: El Tribuno)
Una persona de ojos claros en el 2B que va a Floresta es un error en la matrix. Ahí adentro viajan chicos vestidos con falsas Adidas y chombas truchas simil Gigoló. Suben nenas hermosas con rostros de futuras vendedoras de empanadas. Es la gente que el gobierno siempre utiliza a la hora de conmover en sus propagandas. Son pasajeros acordes al recorrido que les toca. Un viaje que presenta al cementerio, el penal, Pecas y el Ragone como los principales atractivos.
El Parque industrial es el último eslabón de ese rosario de lugares horribles que se supone que están ahí para no molestar a las clases altas, que viven en zonas más prósperas.
Sin embargo, caminar por Floresta tiene mucho de andar por Tres Cerritos o la zona del Monumento a Güemes. La geografía es parecida: calles empinadas, una subida que quita el aire y una hermosa vista panorámica que devuelve el oxígeno.
Las diferencias son el ripio repleto de pozos, destrozado por las lluvias; caminos angostos e irregulares armados con piedras, yuyos, caños al aire y ni un auto que se les anime. También hay un tanque de agua para abastecer a algunos vecinos.
Hay distintas versiones. Mientras unas personas aseguran que Aguas del Norte colocó el tanque hace tres años, otros dicen que fue hace más tiempo, como cinco años. El barrio tiene cuarenta.